Hoja de trabajo - Hiato
Clic para descargar el archivo.
Cuando al SEÑOR le agrada nuestra vida, nos guía para que no caigamos. Si tropezamos en el camino, no caeremos porque el SEÑOR estará allí para sostenernos e impulsarnos. Salmo 37:23-24
miércoles, 30 de mayo de 2018
martes, 29 de mayo de 2018
Cuento de amor
Un nuevo inicio
Por
Alicia Cajas
Nadie que
hubiera conocido a Keila en su infancia se habría imaginado que se convertiría
en una heroína del amor.
Creció en hogar
estable, sus padres se preocuparon por ella y la educaron de la mejor manera en
que sus posibilidades lo permitieron. Al cumplir los 24 años decidió vivir sola
en la ciudad y dedicarse a su pasión, su profesión, era abogada y de las
mejores.
Compartía
departamento con su mejor amiga Isabel, se conocieron en la universidad y ella
administraba un restaurante. Llevaban seis meses viviendo juntas, todo iba muy
bien y tenían la costumbre de salir a bailar los viernes en la noche con sus
amigos.
Un viernes
Keila tuvo un caso difícil, una joven mujer demandaba a su novio por atacarla.
Nuestra heroína defendía al hombre. Este joven decía que su novia le agredió
por haberse tomado una cerveza con sus amigos y que cuando él trató de
explicarle que no estaba haciendo nada malo su novia tomó un cuchillo de la
cocina y quería clavárselo en el pecho, ante esto él uso toda su fuerza, la sostuvo
de las muñecas y la empujó contra el sofá, pero de algún modo el cuchillo
lastimó el brazo de la mujer. La chica en cambio decía que su novio llego en
estado etílico y le agredía de manera verbal, trato de defenderse, pero él le
lanzó el cuchillo y le corto el brazo, entonces ella inmediatamente llamo a la
policía. Y cuando esta llego él estaba llorando pidiéndole perdón.
Mientras Keila
organizaba la documentación respectiva llamó a Isabel y le pidió que se
adelantara, que la alcanzaría en una hora. Al finalizar bajó tomo su auto, y se
dijo: “necesito distraerme este caso va a ser difícil”.
Conducía por la
vía principal y no podía distraer su mente del caso, empezó a llover tuvo que
bajar la velocidad, en el sector que estaba no había señal llegaría más tarde
al salón de baile, y pensaba en que Isabel se iba a poner histérica por tenerla
esperando. En eso el auto empieza a fallar tuvo que detenerse y dentro del
mismo esperar a que terminara de llover.
En una calle
sola, autos a toda velocidad, sin señal. Al bajar el nivel de lluvia, decidió
bajarse para revisar el motor, pero ¿que sabía de mecánica? Nada. Mientras
observaba atónita el motor un auto se paró detrás del suyo, tomo lo más cercano,
la llave de tuercas para tener un arma y defenderse. Pero para su sorpresa del
otro auto se baja un hombre alto, cabello negro y con una gran sonrisa que le
dice: “Buenas noches Keila”
Sus ojos no
podían creerlo era su antiguo compañero de la universidad, y ella no entendía
cómo era posible, pero pudo decir:
- Hola -
- ¿Hola?, ¿nada más? - respondió
él.
-
Buenas noches, Santiago – respondió ella parpadeando para ver si era real -
¿cómo estás?, ¿cómo es que has parado justo detrás de mí auto?
- Aaah, he pasado y te he visto
parqueada un lado con una expresión de no saber qué hacer, entonces decidí en
la rotonda regresar y darte una mano.
Keila, no podía
creer los sentimientos que inundaban su corazón, antes apenas lo notaba en clases,
pero solo el verlo parado en frente de ella con el deseo de ayudarla hacía que
no le quitara la mirada de encima, analizaba su rostro, sus ojos, su sonrisa y
sus brazos mientras trabajaban con el motor del auto. Él le conversaba algo,
pero para ella era un canto de ángeles y su rostro reflejaba admiración.
-
Listo – dijo Santiago – era
unos cables flojos, pero debes llevarlo al taller para revisión porque
necesitan un cambio. – Pero Keila seguía viéndolo cantar.
-
Keila – dijo Santiago en voz dulce como la
miel.
-
¿Si? – dijo Keila todavía
viéndolo a los ojos.
-
¿Te gustaría ir a bailar
conmigo esta noche?
jueves, 17 de mayo de 2018
Suscribirse a:
Entradas (Atom)